domingo, 22 de junio de 2014

Perseverancia: querer es poder....con el mazo dando.

Por María del Pilar García Arroyo y David Álvaro Ortega


Como coaches, hace un tiempo que nos estamos planteando hasta qué punto es razonable la proliferación de ideas basadas en que es posible conseguir todo lo que te propones, que sólo hay que centrarse (o enfocarse) en tu meta y el universo te ayuda a que tu sueño se haga realidad.

¿En serio?

¿Entonces todos los que para conseguir lo que deseamos estamos luchando y trabajando por ello es que no sabemos enfocarnos bien desde el principio o es que somos una especie de masoquistas a los que nos gusta sufrir?

Nuestra conclusión: Querer es poder siempre que lo que quieras sea actuar para conseguir lo que deseas.

El coaching como proceso tiene como objetivo ayudar al coachee (cliente) a clarificar su estado deseado para poner en marcha las acciones que éste considere necesarias (siempre desde sus gustos, recursos y potenciales) para conseguir alcanzar la meta.

Por tanto, no vale sólo con querer, hay que añadir convicción, compromiso y acción.

Y aquí es donde entra en la ecuación la perseverancia, es decir, la capacidad de mantener la mirada en el fin y preparar un plan de acción que te lleve a la meta a pesar de las dificultades, tanto internas como externas, que vayan surgiendo.

La persona perseverante decide continuar con su proyecto aunque surjan imprevistos que retrasen su plan o incluso lleguen a ponérselo realmente difícil. Cada obstáculo se convierte en una fuente de aprendizaje que habrá que tener en cuenta en el siguiente paso. 
Eso sí, para dar resultados satisfactorios la perseverancia debe ir unida a la flexibilidad, de nada sirve ser constante si nos empeñamos en hacer una y otra vez lo mismo sin analizar lo que nos está fallando y sin querer cambiar ni una coma del plan inicial.

La perseverancia sin flexibilidad se convierte en tozudez, que no es lo mismo.

Por otra parte, tan importante es ser perseverante como saber cuándo hay que dejar de insistir. Cuando alcanzar una meta va a suponer un desgaste excesivo y al final, vas a acabar perdiendo más de lo que ganarás. Cuando el estado final se acaba convirtiendo en un paso atrás en tu bienestar en lugar de un progreso.

Mientras la perseverancia produce progreso, fortaleza y templa el carácter, la tozudez causa frustración y resentimiento, contra uno mismo y contra los demás, a los que se ve como obstáculos o enemigos.

Por ello, antes de empezar cualquier camino pregúntate:

¿Qué beneficios obtendré?

¿A qué tengo que renunciar?

¿Quién seré cuando llegue allí?

¿A quién más implica esta decisión?
 ¿Qué consecuencias tendrá en mi entorno? ¿Beneficia o perjudica a las personas que son importantes para mí?

Uno de los principales obstáculos que encontramos en nuestro camino somos nosotros mismos, que acabamos auto-saboteándonos con tal de no sufrir un fracaso que nos hiciera sentir mal o, peor aún, un éxito tan rotundo que nos hiciera salir de nuestra zona de confort, de nuestro espacio conocido y alejarnos de las personas que hasta ese momento parecían acompañarnos y que pueden estar impidiéndonos avanzar hacia nuestro sueño.

¿Por qué lo hacen? Porque si tú cambias, ellas se verán obligadas a moverse, a seguirte si no quieren perderte o a alejarse porque su momento ya pasó. Y si tú tienes miedo a avanzar, imagina el que tienen los que no se lo habían planteado. Por eso te dirán que es imposible, que tú no vales para eso, que son tonterías… Acepta su pensamiento y sigue adelante, sin rencor, sin enfados, sin gastar la energía que necesitas en conseguir tu propósito.

¿Y si a pesar de todo el esfuerzo, de todo el tiempo y la energía que se ha puesto no se consigue lo que se quería?


En un mundo tan preocupado del resultado, muchas veces es difícil valorar el esfuerzo si no se ha logrado llegar a lo que está considerado como un éxito. Así, ¿cuántas veces se valora la nota del examen sin tener en cuenta el estudio que lleva detrás? Si no has sacado la nota que querías, ¿seguro que es un fracaso? 

Vale, no has llegado exactamente al punto deseado, ¿dónde te encuentras en este momento? ¿Sientes que has avanzado respecto al punto de partida? ¿Te gusta lo que ves de ti en este momento?

 ¿Qué te ha llevado hasta ahí? ¿Qué cosas de las que has hecho te han acercado a tu objetivo? ¿Qué has aprendido de todo ello?



Cuando nos propusimos escribir este artículo y nos sentamos a hacerlo, vimos como iban surgiendo poco a poco ideas. Algunas de ellas eran realmente estúpidas (¿y las risas que nos echamos?), otras eran "demasiado" provocadoras o estaban fuera del hilo argumental que queríamos seguir. Realmente, se han quedado fuera más ideas de las que aquí aparecen. Mas nadie, nadie, va a ser capaz de borrar esas ideas de nuestras mentes, no nos van a poder quitar las reflexiones que hemos hecho, lo mucho que hemos aprendido. Hoy, independientemente de que alguien lea este artículo o no, para nosotros es un éxito porque somos un poquito mejores que ayer, porque hemos disfrutado del camino y porque... tenemos material para otros futuros artículos.
Si, además a tí, lo que estás leyendo te sirve para avanzar, nos sentiremos doblemente satisfechos y orgullosos del trabajo realizado.

Muchas veces estamos tan cegados por conseguir una meta que no somos capaces de disfrutar del camino, de apreciar lo que hemos logrado y a nosotros mismos por haberlo conseguido. De disfrutar del esfuerzo, la valentía y la fuerza de voluntad que la perseverancia nos ha aportado.


¿Y si estamos precisamente en el sitio donde es bueno para nosotros estar?


No se trata de conformarse con un sucedáneo, sino de analizar la realidad y buscar lo que nos está aportando. Y si aún así estás seguro de que no es dónde quieres estar, pues, ADELANTE, busca otra meta y proponte un nuevo plan aprovechando todos los recursos que la primera etapa del camino te ha proporcionado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario